Wepner, estadounidense de Nueva Jersey, empezó a hacerse un nombre en el mundo del boxeo el día en que, por motivos contractuales, su camino y el de un tal Muhammad Ali -que acababa de proclamarse campeón del mundo en Zaire- se cruzaron en un combate que trascendió de lo pugilístico a lo racial.
Sin embargo, por encima de ese combate y de las interminables cicatrices del Wepner, lo más importante de esa noche no sucedió sobre el ring sino en la grada. Sentado, ocupando su localidad, un joven Sylvester Stallone presenciaba atónito el despliegue físico y técnico de nuestro protagonista.
Tan sorprendido se quedó el joven actor que, al terminar el combate, surgió en su mente el personaje de Rocky. Un personaje que, lejos de quedar en el olvido, se ha convertido en, probablemente, el boxeador más cinematográfico de la historia. Y todo, porque un joven boxeador de New Jersey no tuvo otra mejor cosa que hacer que provocar a Ali con un golpe que le envió a la lona durante varios segundos. Un golpe que tuvo respuesta y que las cejas de Chuck, una vez más, vieron venir.